Cuando somos el blanco de alguna forma de maltrato (principalmente si el mismo ocurre dentro de la familia o en una relación amorosa) podemos desarrollar la idea de que haber hecho algo malo, erróneo e imperdonable. Este sentimiento se relaciona con la convicción de que el pasado (nuestras malas acciones) es insoslayable y determina el futuro (las consecuencias de dichos actos). Por ello, por ejemplo, la persona cree merecer y a veces espera, un destino desolador.
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